Tras el estreno de Pulp Fiction, Quentin Tarantino se convirtió en una estrella mediática, sobrevalorado por algunos, pero amado por casi todos. La película confirmaba que tras la cámara se encontraba un cinéfilo empedernido que ya había jugado con el homenaje, rozando lo ilegal, en su ópera prima Reservoir Dogs. Sorteando las críticas en referencia a su gusto por la violencia gratuita y por, precisamente, copiar los logros de otros directores y cinematografías desconocidas en occidente, Tarantino supo construir su propio mundo ensamblando piezas a veces provenientes de material de derribo. No se puede negar que el americano se convirtió en una figura de la cultura popular de nuestros días, siendo tan influyente como para que la expresión "tarantiniana" se utilice ahora para describir un cierto tipo de secuencias fílmicas con sus particulares muy definidos. Pero Tarantino también sufrió el declive de la industria y, sobre todo. el cambio a la hora de enfocar el tiempo de ocio emprendido por las nuevas generaciones. La llegada de redes sociales como Facebook o Twitter, la irrupción de los móviles inteligente y tabletas, y el boom de los blogs personales, provocó, aunque parezca mentira, que la cultura digiriera una transformación donde no había cabida para el ensalzamiento total de por ejemplo figuras de cine de culto.