Cójase un obseso sexual, rastrero, soez y con mala leche, y a un gordito bobalicón y simpaticote, con la mentalidad de un niño de cinco años. Introdúzcase a ambos en un piso, añada una pizca de caspa, unas gotas de serial infantil, agítese bien y... Voilá! He aquí el resultado: Toda una serie de absurdas y desternillantes aventuras que, si no se consumen con moderación pueden producir graves trastornos a causa de la risa.