Thomas y Astrid viven junto a sus dos hijos en un pueblo acogedor de Suiza. Una noche, mientras toman una copa de vino en el jardín, uno de los niños reclama su atención, por lo que Astrid entra en la casa para atenderlo, convencida de que su marido la seguirá en unos momentos. No obstante, Thomas se levanta y, tras vacilar un instante, abre la verja y se marcha. Sin las ataduras del día a día—la familia, las amistades, el trabajo—, Thomas emprende una ruta a pie por la montaña, expuesto por primera vez al implacable invierno alpino. En casa, Astrid se pregunta primero dónde habrá ido, después cuándo volverá y, nalmente, si aún está vivo. Una vez más, Peter Stamm pone de mani esto su extraordinaria capacidad de convertir lo ordinario en sobrecogedor al retratar la fragilidad del mundo contemporáneo, que parece convertir la vida de sus personajes en una sucesión de dolorosas rupturas y la posibilidad de conocerse a ellos mismos y a los demás, en una quimera.