Cada casa es un mundo. Y en el confortable corazón del hogar no solo hay lugar para la luz, también anidan maldiciones y secretos. Una constelación de luces titila en la noche de la ciudad. Familias enteras se protegen de miedos y peligros al calor de sus hogares. Porque, de puertas adentro, nada puede ocurrir. Ah, pero cada casa es un mundo. Y en el confortable corazón del hogar no solo hay lugar para la luz, también anidan maldiciones y secretos. Algo que ha empezado a extenderse como una espesa niebla… ese olor a sangre bañando los rincones ¿Dónde estoy? ¿Es esta mi casa? Qué importa eso Si al fin y al cabo estoy muerta.