Jean d’Ormesson fue el escritor francés más famoso de nuestro tiempo, a la altura de Milan Kundera o Marguerite Yourcenar. Fue articulista en Le Figaro y además su director durante tres años en la década de 1970. Entonces Jean d’Ormesson se convirtió en una figura pública y relevante, admirado por sus contemporáneos, cualesquiera que fuera su signo político.
Se ha dicho de d’Ormesson que fue el escritor de la felicidad y otros le calificaron de autor epicúreo. Pero en el fondo la concepción de la felicidad del escritor no residía en los placeres, por muy refinados que fueran, sino en la capacidad de asombro, del detenimiento y la complacencia por todo lo que le rodeaba, incluso lo más nimio, con actitud de agradecimiento. Aunque en esta actitud hubiera algo de religioso, disfrutaba con una personalidad mundana, criado como un auténtico espécimen de la aristocracia, que es lo que era: un hombre elegante que jamás exhibía su clase. En realidad, le gustaban las contradicciones, entendiéndolas como un juego de alineación de virtudes, en la línea de su admirado Chateaubriand. El interés por analizar la duda lo alejó de la política efectiva.
“Todos tenemos que participar en el gran juego de eventos que nos rodean”, argumentaba. Este libro nos muestra una vida que se puede leer bajo el signo de la felicidad, gracias a la pluma despierta de Arnaud Ramsay que ha escrito una biografía bien lucida.