Un presunto agente secreto dimite de su puesto dispuesto a cambiar de vida. De regreso a casa es narcotizado y despierta en un lugar irreal. Una comunidad en apariencia apacible llamada La Villa pero que esconde un fabuloso aparato represor y de la que no hay escapatoria posible. Una comunidad en la que es despojado de su identidad y en la que sus captores intentarán que confiese las razones de su renuncia.
Esta es la premisa de El Prisionero, una serie mítica estrenada hace más de cincuenta años, la primera serie de culto de la historia de la televisión. Debatida y analizada por fans y académicos desde de su primera emisión, El Prisionero hechizó a creadores de la talla de Alan Moore, JJ Abrams, Joss Whedon y Mark Frost. Antes de Twin Peaks, El show de Truman, Matrix o Perdidos estaba El Prisionero.
El Prisionero fue la primera distopía pop de la historia. El Prisionero inventó la idea de que la televisión podía ser “cine en casa”. El Prisionero se adelantó a su tiempo por su factura técnica y por sus temas: el control y la vigilancia gubernamentales, el poder de los medios, el fracaso de la política, la tecnificación acelerada del mundo y la imposibilidad de la rebelión individual. Todos ellos tan actuales hoy como en el momento de su estreno.
No soy un número es el análisis definitivo y el primero en castellano de esta serie fundacional, hija de los 60 y de la Guerra Fría, repleta de espías, engaños, estupefacientes, psicología bizarra, conspiraciones, superordenadores, rebelión juvenil y colorido desbordante. A través de El Prisionero, No soy un número te embarcará en un viaje vertiginoso por la cultura popular de “la década prodigiosa”, una época idealizada y lejana pero que tanto tiene en común con la nuestra.