En Agujeros de Sol, Nieves transita por esos oscuros senderos que tan bien conoce: ese terror angustioso, asfixiante, agónico, y desagradable que se aleja de todos los tropos más gastados y conocidos del género, para fijar su mirada en un universo alejado de los sobrenatural propiamente dicho y en un terrible monstruo que no tiene aspecto de tal, pero que es más temible que cualquiera de ellos: el ser humano y la parte más fea y negra de su alma.
Esta novela, con ecos de Joyce Carol Oates y su Zombi, de lo más sordido de Jack Ketchum, del suspense y la obsesión de Daphne du Maurier, o de la anormalidad de Yorgos Lanthimos en "Canino", nos presenta la historia de una venganza, narrada con ese estilo particular tan suyo, caracterizado por esa especie de confusión premeditada que producen los diferentes periodos temporales de las diferentes historias alternándose entre sí (algo similar a las matrioskas como dice ella misma).