«Hay que tener valor para prescribirnos nosotros mismos una auto-autopsia. No sé cuántos estarían satisfechos con el resultado de esa despiadada operación. En cualquier caso, allá vamos, esta es la mía. Eso sí, antes de juzgarme, os invito a que hagáis lo mismo». Con estas palabras, que van en contra de cualquier falso prejuicio o falsa respetabilidad, Asia Argento empieza a contar su historia, un relato sin concesiones: no quiere congraciarse con nadie y mucho menos consigo misma. Fue un infancia difícil la suya: conoceremos a una niña abandonada que creció demasiado rápido, yendo y viniendo de una casa a otra, sola en la noche romana. Una pequeña que debía vérselas con unos padres artistas, dos enormes egoístas con la tarea de gestionar una familia desquiciada y disfuncional. Después, está la adolescente que vivía en raves tecno y tenía sus primeros ligues. Y su carrera en el cine, que empezó a los nueves años, a las órdenes de cineastas geniales, pero también sádicos. Anatomía de un corazón salvaje parece que recoge muchas vidas por la cantidad de hechos contados, y sus páginas van a atrapar al lector como si fueran las de una trepidante, a la vez que muy dolorosa, novela punk. Y sin aliento el lector leerá las vicisitudes de Asia en un mundo de depredadores sexuales, a los que la autora señala ya sin miedo. Esta autobiografía plasma las experiencias más crueles, las más difíciles de contar. Pero las palabras de Asia parecen forjadas con una valentía de hierro. Y nos veremos arrastrados a este viaje que es el de su vida, donde a cada penalidad le corresponde una fuerza nueva con la que renacer.