«Los libros de La Felguera son para gente que se cree inteligente. Este es el primero para los que reconocen ser imbéciles» (Hez). Hez, que durante una década de caos y punk ha puesto en circulación uno de los fanzines más disparatados y salvajes de este país, es uno de nuestros mejores artistas del tebeo subterráneo, además de guitarrista y cantante de la banda Sudor. Alguien debió pararlo a su debido tiempo, pero felizmente ya es tarde. Amigo Blas es brillante, el hermano díscolo y taleguero de Hermano Lobo —del que es un orgulloso heredero— y La Codorniz, Luis Carandell y su Celtiberia show en su peor día, Gómez de la Serna convertido en golfillo y espadista, algo así como aquella antigua definición del surrealismo sobre bajar a la calle armado y, sin motivo alguno, ponerse a disparar a la multitud.
Con Hez, qué duda cabe, te ríes mucho y, a veces, esa misma risa es una mueca de espanto un tanto avergonzada por el motivo del despiporre: las viñetas que te dispones a disfrutar son brutalmente incorrectas. Las escenas que refleja, nos gusten o no, son la propias de la condición humana, como si aquello que realmente piensa tanta gente saliera a la superficie sin freno alguno. Estos también son nuestros disparates goyescos. Porque somos así. España es de este calibre, un país esperpéntico y violento, muy hipócrita y dado a la doble moral. Miguel Mihura, un maestro de todo esto, ya dijo que «el humor verdadero no se propone enseñar o corregir […] Lo único que pretende el humor es que, por un instante, nos salgamos de nosotros mismos, nos marchemos de puntillas unos veinte metros y demos una vuelta a nuestro alrededor contemplándonos por un lado y por otro, por detrás y por delante […] y descubramos nuevos rasgos y perfiles que no conocíamos». Amén.
Así que ¡bajad a las cloacas!, echad un vistazo al extraño lugar donde Hez lleva partiéndose la caja durante una década de gloria y lodazal. Porque el futuro es de los viejos y la tontería nos hará libres. Porque somos mierda, estamos hechos de mierda y, tarde o temprano, en mierda nos convertiremos. Amigo Blas es orgullosamente estúpido. La bendita estupidez, y no la «razón» genocida, nos salvará.