Por motivios de estado, Isabel de Francia se casa con Eduardo II, rey de Inglaterra, notablemente homosexual. Inteligente, calculadora y determinada, Isabel dirige junto con su amante, Roger Mortimer, la revuelta de los barones ingleses, lo que provocará la caída de su esposo y el ascenso al trono de su primogénito, Eduardo III. Y la posteridad la bautizará como la Loba de Francia...